Sintió el dolor más agudo que alguien pueda sufrir, y en un segundo paso su vida por delante, todos esos momentos importantes que el creía que nunca se irían de su mente, y se sumió en una inmensa oscuridad. Luego de esto, miro hacia el techo y allí estaba el individuo ya familiar, con la cara ensangrentada, y el notó un frenesí que invadía su cuerpo, y tuvo un flashback: vio la escena de un crimen, vio un cuerpo que había sido atacado por un ''animal''. Esa persona le resultaba demasiado familiar. Lo recordó: era la tétrica habitación en la cual había muerto un hombre a dos casas de la suya. Luego se levantó, y todo se aclaro en su mente.
- Estoy muerto.
- De hecho, no. No estar vivo no es estar muerto...
- Debo irme, no puedo quedarme, debo ver a...
- Ella no te podrá ver.
- ¿Porque? Si mientras vivía yo te pude ver...
- ¿Recuerdas lo que dije la primera vez que te vi?
- Bastante bien.
- ''Deberás dejar todos tus lazos emocionales'' Ella no te puede ver porque nunca la verás como una presa...
Dolohov, luego de pronunciar la última palabra, le hizo una indicación a León, quien lo miro perplejo.
- Chico, debes alimentarte, o cometerás una locura en cualquier momento-. Miro a su acompañante y siguió: - Ya estas temblando, buscaremos algún criminal a quien podamos matar sin remordimiento alguno...
Esa noche León Finnigan comprendió que los ángeles no tienen aureolas ni alas, y que se visten de negro para pasar desapercibidos.